viernes, 24 de junio de 2011

Texto de contracubierta

Aquí les dejo el texto de la contracubierta del libro que estoy editando como proyecto de máster. Se trata de una colección de crónica sobre las capitales de países latinoamericanos, escritas por autores latinos jóvenes residentes en España. Se los dejo para que me digan qué les parece y cuáles son los puntos perfectibles que tiene. Espero sus comentarios más descarnados...  


Puede que vivamos, geográficamente hablando, en la misma ciudad; pero lo más probable es que la ciudad que a diario experimentas sea muy distinta de la que vivo yo, porque finalmente una ciudad tiene tantas versiones como cada una de las personas que la habitan, la transitan, la hacen suya en el cotidiano.
Esta es Caracas. Puede que no la conozcas, puede que ya tengas una idea de ella, puede que algún día quieras visitarla, puede que también tú vengas desde allí y discrepes conmigo, puede que te inventes una propia, puede que sueñes una ideal, puede que imagines otras posibles o puede que, simplemente, te quedes con esta versión de Caracas.

lunes, 20 de junio de 2011

El granizo de Viena


Así fue la cosa... en cuestión de quince minutitos el cielo se nubló, comenzó a llover y de repente empenzó a caer esto del cielo... cosas vienesas, supongo.

viernes, 17 de junio de 2011

7 june, Wien. Airport.

“just” dice su remerita blanca con una dorada paloma de parte matrimonial justo debajo de la esquina derecha de la “t” que impresa en Georgia o en comic sans o en alguna de esas tipografías con -¿senefas? ¿serifas? ¿cómo era que se llamaban esos arabescos en las letras?)- con esos rizos tan monos en los bordes que le declaran al mundo que “just” que él “just”… Cuando llega la chica que sonriente se coloca a su costado todo adquiere un poco más de sentido (o al menos el absurdo se hace explícito), todo lo clarifica el “married” que con sus trazos firmes y decididos se deja leer en su versión femenina de aquella remerita blanca.
Me pregunto de quién habrá sido la idea. Lo pregunto porque más allá de parecerme una cursilería de dimensiones estratosféricas, más allá del hartazgo de tanta melosidad, me imagino… no, sé que ese tipo de ideas- hagámonos una par de poleras que digan “just married” y usémoslas toda la luna de miel- es una de esas ideas unilaterales que una parte engendra y, la otra, más por falta de comunicación o sumisión extrema, se dedica a asumir más estúpida que estoicamente.  
Imagino que fue idea de ella (…y sí, otra razón más para agregar a mi lista de “por qué no me gustan las mujeres”). Incluso más, podría asegurar su cara de felicidad cuando vio a ese pobre cachorro de hombre (que ahora tiene por marido) probándose su camiseta blanca con la sonrisa complaciente de ¿te gusta mi amor? Dibujándose forzada en sus labios.
Me la imagino decidiendo a diario cada una de las pequeñas elecciones cotidianas de su marido: desde la cantidad de cucharadas de azúcar en el café hasta la corbata que llevará durante toda la jornada. Me la imagino feliz sabiendo que ha subyugado a ese extremo la voluntad de otro ser humano. Incluso se felicitará porque le habrá hecho creer que ha sido él quien ha decidido, desde su libre albedrío, barbaridades como la de las camisetas “just married” y un sinfín de otras pequeñeces.
Así será ella quien decidirá cuántos hijos tendrán, a qué colegios irán, elegirá también (es obvio) el color de las cortinas, el florero de la mesa de centro,  el juego de toallas del baño de invitados, el color del cristal de las copas de vino… hasta que un día él decida abrir  la puerta (es misma puerta que ella encargó a  un ebanista  de Florencia) y salir airoso de esa casa cogido de la mano de una que le pregunte todas las mañanas: ¿Querrás té o café, mi amor?

miércoles, 1 de junio de 2011

intento #2

De tanta rabia parida tú me preguntas el origen
y no sé bien si decir: la rabia, la injustica, la miseria.
De tanta desolación a cuestas tú vienes y me preguntas el motivo
y no sé bien si decir: la cobardía, el desamparo, la frustración.
De tanta honda tristeza tú me miras y me interrogas la causa
y no sé bien si decir: el flagelo, la devastación, la impotencia.
De tanta aflicción entre los párpados tú vienes y de cerca me miras
y no sé bien si decir o dejar de hacerlo
y hacerte un espacio aquí entre mis brazos
hasta sentir que esta oquedad, de pronto, se rebasa de ti.