No sé si les comenté que para ir a la oficina (sí, de repente tengo como 35...) tengo que subir una cuesta muy pronunciada, porque a esa altura (en Mira-sol) Sant Cugat está, literalmente, entre cerros.... como sea...
El asunto es que hoy, yéndome de la oficina a la universidad (¡esta vida mía por dios!), tomé una de esas decisiones importantes de la vida que tienes que tomar en fracción de segundos porque después lo alcanzaste a pensar mejor y te arrepentiste...
Primero, miré en todas las direcciones: nada; segundo, verifiqué la existencia de la tecnología necesaria en mi muñeca derecha: perfecto; tercero, cogí los colets y me hice los dos cachos altos de rigor; cuarto, volví a mirar para todos lados...
Y me lancé cuesta abajo corriendo con los brazos extendidos hacia atrás (una posición, según yo, muchísimo más aerodinámica y segura que ir con el cuerpo hacia adelante... aunque ¡claro! ya habrán adivinado que se la copié a Aralé, quien a su vez se la robó a Gokú ¿o no se la robó? no creo, porque a los dos los dibujó Toriyama, sería más bien una especie de hipertextualidad ¿no? en fin...).
¿Se acuerdan de lo que se siente correr así cuesta abajo? ¿de esa incapacidad de frenar las piernas, se acuerdan? ¿de creer que en cualquier momento te irás de hocico al suelo? A mí se me había olvidado un poco la verdad. Hacía un rato que no ejercía el cultivo de este arte sobre esta superficie (como si se tratara de un abierto de tenis), seguí practicando esta disciplina en pasto y arena con- modestia aparte- resultados sobresalientes, pero en cemento hacía mucho que no lo intentaba. Tal vez se deba a que iba poco a Valpo (cuando vuelva iré/iremos más ¿si?) y en Santiago no solía ir a los lugares con grandes pendientes (también iré/iremos más ¿ya?)...
Retomo...bajé corriendo cuesta abajo con los brazos abiertos ahogada de tanta risa, porque se me metía mucho aire en la boca y más risa me daba y menos podía controlarlo... al terminar el descenso hay que hacer una pequeña curva... la hice tratando de disminuir, infructuosamente, la velocidad; estaba en la faena de controlar mis piernas que insistían en no obedecerme, cuando me encuentro frente a frente con una mujer y sus dos niños pequeños. Los niños y yo nos reímos sacándonos las lenguas y la mujer sonrió con una de esas posturas de boca que se parecen más a una mueca que a una sonrisa, pero como a mí, hace mucho que dejó de importarme lo que piensan las personas en la calle, me fui riendo con más ganas. Me abroché el abrigo. Me fui corriendo para tratar de alcanzar el tren que ya empezaba a asomarse por el andén.
Primochaa, soy tu primacha chica Mané :D
ResponderEliminarPrimero que todo: prometí que en la próxima entrada te escribiría, así que aquí estoy.
Segundo que todo: JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA... me encantó la travesura del día. Imaginé cada momento del relato, y la sonrisa de cómplice travesura afloró en mi rostro apenas te pusiste los colets XD... qué chistoso. Te imaginé ahogada de tanta risa, y me acordé de cuando nos daban ataques de risa, y no sé por qué me dió ataque de risa en este mismo momento.
Te quiero mucho primaaaa, abrazos calurosos y cielos despejados para tí :D