Tengo esas ganas suicidas de sumergirme para siempre en un montón de azucarada nostalgia. Tengo esa necesidad obtusa de mirarme mirando las manos para no ver más que esos surcos ininteligibles que las recorren. Tengo esa sed tremenda de querer dejar de buscar un líquido piadoso que se compadezca de esta necesidad mía. Tengo la paciencia adolorida de tanto perseguir espejismos. Tengo esa sonrisa impertérrita del que ve por primera vez en un rostro desconocido el reflejo del hermano. Tengo esa voluntad quebrantable que se contornea coqueta y veleidosa ante el primero que la halaga. Tengo tantas otras cosas que despreciarme, sin embargo, no estoy aquí para hablar de eso, pues tengo también esa incondicionalidad perpetua y ese querer desmesurado de quienes han sabido obviar sino todas, mis más terribles imperfecciones. Y para todos esos tengo la inocencia de mi cariño, la lealtad de mis brazos, la fuerza de mi ira y la severidad de mi coraje. No sé querer de otra manera y, perdonénme si no les parece suficiente, pero es todo lo que tengo para darles.
Pienso que la distancia está golpeando tu puerta y el desarraigo se hace sentir, no importa tú para nosotros estás mas cerca que nunca
ResponderEliminarTe queremos mucho.
Tu familia
Esas ganas de morirme en las ganas de la pena.¿Dónde estoy? Esa quiromancia de las manos,¿Me ayudará? No quiero adormecerme en este embotamiento porque estoy más allá. La fortaleza de la hermandad halagadora.¿Autodesprecio? No.Cuento contigo. Mis regalos.
ResponderEliminarTelegrama.