Desde afuera las cosas se ven distintas, supongo, a como están siendo realmente. Las imágenes que yo veo en los medios de comunicación (los que yo reviso) se relacionan con la comunión de un grupo de gente en pos de decir basta, de dejar de temer, de abolir (o al menos comenzar a hacerlo) ese cansancio y desidia que tenemos pegada al cuerpo en estos tiempos.
Es verdad que no he experimentado esos tiempos que otros recuerdan como el terror de salir a la calle, la angustia de que desaparecieran amigos y familiares. Pero sí (y creo que no debemos perderlo de vista) he vivido y vivo, en el tiempo en que sabes que algo está mal, pero no sabes muy bien qué es lo que es. Un tiempo en que la violencia simbólica se materializa y es tanto o más violenta e invasora que esa en la que podías reconocer, claramente, qué o quién era el enemigo contra el que volcarse.
Soy parte de una generación de abúlicos por aburrimiento, porque son tantos los estímulos que te pierdes en distracciones vacías de motivación alguna. Pertenezco a este momento histórico en que pareciera que todo está bien, pero nada lo está realmente. Formo parte de un colectivo de personas que no saben muy bien para dónde ni por dónde han de llegar a materializar sus deseos o expectativas. Sé que deseamos mucho, pero que nada deseamos realmente, que nos perdemos en fuegos fatuos y que olvidamos rápidamente.
Por ahí se dice que el deseo no pervive a su satisfacción y es lógico que sea así ¿cómo podría ser de otra manera? Desear es para satisfacer, es el móvil que impulsa determinadas acciones. Quizás el problema no sea el deseo en sí mismo sino el origen de su naturaleza. Últimamente nos han hecho desear desde la necesidad impuesta desde afuera, hay quienes se dedican a crear deseos y necesidades donde no las había antes. Quizás si hacemos el ejercicio de acordamos realmente de qué era eso que nosotros, desde la intimidad de nuestra individualidad deseábamos originalmente, puede que las cosas adquieran un poco más de sentido. Puede que si nos sinceramos cada uno consigo mismo dejemos de percibirnos como islas y nos transformemos en archipiélagos reunidos por deseos en común. Creo que recobrando nuestros deseos originales nos sea más sencillo permanecer fieles a ellos y que esto se traduzca en autodisciplina y acción.
Quiero creer que la gente que está movilizándose y manifestándose por estos días en Chile está siguiendo el deseo (la necesidad incluso) de un cambio social profundo, uno que recupere la noción de comunidad, la libertad de expresión, la discusión como fuente de crecimiento y aprendizaje social.
Mas temprano que tarde se están abriendo las anchas alamedas por donde pasan infinidad de personas que no aguantan mas las desigualdades sociales, la iniquidad y la incompetencia de los gobernantes.
ResponderEliminarParece que ahí viene Godot, o parece que se está asomando en el extremo sur de la Alameda.
OLVIDABA DECIR QUE ESTA VEZ, VENCEREMOS MIL VECES VENCEREMOS PORQUE SOMOS MUCHOS LOS QUE PERSEVERAMOS CONSECUENTEMENTE CON LAS CAUSAS QUE RECLAMA EL PUEBLO CHILENO. Y " viste que aún tenemos pueblo", hija mía, siempre valió la pena defender las injusticias.
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