miércoles, 16 de noviembre de 2011

Cruzó la calle mirándole a los ojos. Él parece que se sintió intimidado porque apuró el paso.
Ya en la misma acera lo seguía con discreción, como haciendo ver que estaba preocupado de sus cosas. El otro, de tanto en tanto, se volteaba secretamente para corroborar que su perseguidor seguía ahí. A ratos sus pasos  parecían encontrar el mismo ritmo, caminaban así unos metros, después uno de los dos perdía el compás.
No podría asegurar que fueran dos desconocidos, tampoco que estuvieran tramando algo juntos. Seguían en un andar tenso que enrarecía el ambiente.
Llegando al fin de la cuadra, repentinamente decidió acercarse hasta reducir al máximo de lo conveniente la distancia que los separaba. No sabría decir si le dijo o no algo al oído cuando lo rebasó. Lo que sí sé es que cruzó la calle, se detuvo en la esquina una fracción de segundo, se volteó y caminó con paso desenfadado mientras el otro, en la acera contraria, lo mira alejarse en la oscuridad de la noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario